miércoles, 25 de febrero de 2015

Recomendaciones para jóvenes de la LFCM


Recomendaciones para jóvenes
de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




El mundo del mañana
(Ángeles caídos 2)
Susan Ee

Tras el éxito alcanzado con el estupendo thriller fantástico Ángeles caídos, regresa Susan Ee con la secuela de esta historia.

Los sobrevivientes del Apocalipsis intentan rescatar lo que pueden en medio de una civilización devastada. De nueva cuenta Penryn se ve envuelta en una peligrosa confrontación que la llevará al corazón mismo del enfrentamiento entre ángeles guerreros. En una ciudad de calles vacías y desolación, la protagonista vuelve a encontrar a Raffe, el ángel que ha perdido sus alas y que intenta recuperarse. Sin sus alas no puede unirse a sus congéneres y no puede ocupar su lugar como uno de sus líderes.

Océano Gran Travesía
Colección: El fin de los tiempos
408 págs.
$ 235.00





Hermoso caos
Kami Garcia y Margaret Stohl

«Es curioso cómo en Gatlin las cosas buenas van unidas a las malas. Tanto es así que algunas veces es difícil distinguir cuál es cuál».

Ethan y Lena pensaban que ya se habían acostumbrado a los acontecimientos extraños e imposibles que ocurrían en su Gatlin natal. Sin embargo, cuando regresan a casa, las palabras «extraño» e «imposible» adquieren un nuevo significado.

Plagas de langosta, oleadas de calor y devastadoras tormentas asolan la ciudad y, a medida que pasa el tiempo, cada vez resulta más evidente que algo, o alguien, deberá sacrificarse por Gatlin... Pero ¿quién?

En muchos momentos, no hay sólo una respuesta o un camino. En ocasiones, tampoco hay vuelta atrás. Y esta vez tampoco habrá un final feliz.

Hermoso caos es la tercera novela de la saga de las dieciséis lunas. Las anteriores son: Hermosas criaturas y Hermosa oscuridad.

Espasa
416 págs.
$ 298.00

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martes, 24 de febrero de 2015

Olalla y El diablo de la botella, de Robert Louis Stevenson





Olalla y El diablo de la botella
de Robert Louis Stevenson

Jesús Guerra

Recientemente les recomendé en este blog la novela de aventuras La isla del tesoro y los cuentos «Los ladrones de cadáveres» y «Markheim», del extraordinario escritor escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894). En esta ocasión les recomiendo otros dos cuentos: «El diablo de la botella» y «Olalla».


«El diablo de la botella» se publicó por primera vez en revistas de Estados Unidos y de Inglaterra en el año de 1891. El personaje central de este cuento es un hombre al quien el narrador llama Keawe, aunque aclara que ese no es su verdadero nombre. Keawe vive en la isla de Hawai y un día decide salir a conocer el mundo, así que se embarca para San Francisco. Ahí, paseando, llega a un sector de casas muy bellas y sumamente caras, y al admirar una de ellas se da cuenta que en el interior se encuentra un hombre que se ve muy triste y preocupado, lo cual le parece extraño pues piensa que si él tuviera una casa así, sería un hombre feliz.

El hombre también ve a Keawe y lo invita a pasar. Le muestra la casa y platican. Finalmente, el hombre le cuenta cómo llegó a tener esa casa y todo el dinero que tiene. Se debe a una botella en la que se encuentra un diablo. Ese diablo le cumple los deseos a quien posea la botella, pero tiene un peligro enorme: si el dueño de la botella muere, queda automáticamente condenado al infierno. Y además de ese peligro, para deshacerse de la botella hay varias reglas imposibles de romper. La primera es que es necesario que alguien la compre y lo haga con dinero acuñado, es decir con monedas reales. Si el dueño simplemente deja la botella en alguna parte, la botella mágicamente vuelve a la persona. Segundo, siempre se debe de vender la botella a un precio inferior al que fue adquirida. Además, la botella no puede ser destruida.


Keawe pregunta si puede intentar romperla. Lo intenta, y aunque evidentemente es de vidrio, no se rompe. Es blanca, y sólo se aprecia una especie de niebla de colores en el interior, en perpetuo movimiento. A Keawe no le parece mala la idea de comprarla pues de ser cierto lo que el hombre le dice, él también podría tener una casa grande y bella en su país. El hombre le dice que la botella antes se vendía por millones de dólares, pero que el precio, por esa regla de la venta a un precio inferior, ha ido bajando. Le pregunta a Keawe cuánto dinero trae, y él dice que sólo 50 dólares. Así Keawe adquiere la botella por esa suma. Keawe hace pruebas. Primero pide recuperar sus 50 dólares, lo cual sucede de manera instantánea. Luego intenta abandonar la botella en la calle, pero al doblar la esquina la botella está ya en la bolsa de su saco. Así, comprueba que los poderes son reales.

Piensa entonces en la casa que le gustaría tener en su pueblo, y se embarca de inmediato de regreso. Al llegar se entera que un tío y un primo suyos murieron hace poco tiempo en un accidente, y que su tío le dejó a él un gran terreno y mucho dinero. No le gusta la manera en que ese dinero llegó a sus manos pero no puede hacer nada para remediarlo. Así que manda construir la casa de sus sueños. Un amigo suyo a quien le cuenta todo le dice que él le comprará la botella porque quiere un barco, pero que de inmediato la venderá. De esta manera, la botella sale de la vida de Keawe. Y él está contento. Hasta que se enamora de una joven guapa y dulce y decide casarse con ella. Pero por esos días se da cuenta de que se ha enfermado de lepra, y como no quiere perder a su amada, decide rastrear de nuevo la botella. La busca y la busca, y cuando por fin la encuentra se topa con un problema muy serio: al pasar de dueño en dueño, el valor de la botella ha disminuido tanto que es ahora de tan sólo tres centavos, así que si él quisiera venderla después, costaría tan sólo dos centavos, y a quien pagara por ella le sería imposible deshacerse de la botella porque ya nadie se la compraría... pero Keawe está enamorado. Ya no les puedo contar más. Sólo les puedo recomendar que busquen este importantísimo cuento de Robert Louis Stevenson, lo lean y lo disfruten.


El otro relato de Stevenson que les recomiendo es «Olalla», el cual fue publicado en una revista en 1885, y en libro en 1887. El relato está ubicado en España en los años de la Guerra Peninsular, una guerra en la que se aliaron España, Portugal e Inglaterra para luchar contra la Francia de Napoleón. Un soldado inglés, del que nunca sabemos el nombre, está herido en un hospital español y, por sugerencia del médico, busca hospedarse en algún sitio de las montañas mientras se repone. Le consiguen alojamiento en una mansión antigua y parcialmente en ruinas propiedad de una familia española en decadencia. La familia, compuesta sólo por la madre, la hija (llamada Olalla) y el hijo (Felipe), acepta darle alojamiento pagado, con la extraña condición de que no busque relacionarse con ninguno de los tres. Sin embargo como Felipe es quien va a recoger al soldado y narrador de la historia, comienza a establecerse una especie de relación amistosa entre ambos, aunque en realidad Felipe es un joven mentalmente lento y tiene ciertas actitudes extrañas.

Con el paso de los días, el soldado también establece un cierto contacto con la madre de la familia, pues la mujer tiene la costumbre de recostarse a tomar el sol en uno de los patios de la casona. El solado, al salir a caminar, la saluda. A veces hablan un poco más, pero al soldado le inquieta la mujer pues siente que los ojos de la señora no muestran sino un vacío de comprensión.

Una noche despiertan al soldado unos gritos espantosos provenientes de la parte principal de la mansión. Al principio no sabe si son gritos humanos o de algún animal salvaje. Y cuando trata de salir de su habitación para averiguar qué sucede se da cuenta de que ha sido encerrado.


Olalla, la hermana de Felipe, es la última a la que conoce, y cuando la ve se queda prendado de ella, le parece una mujer tan hermosa que se enamora de inmediato. Sin embargo, Olalla es muy callada y al parecer una mujer extremadamente religiosa. El soldado no sabe qué hacer. Un día, finalmente, habla con Olalla, pero ella le dice que lo mejor es que él se vaya de ahí. Olalla lo que intenta es evitar que suceda lo que evidentemente sucede después y que no les contaré.

Como he señalado, los cuentos de Robert Louis Stevenson pueden conseguirse en una gran cantidad de libros, a veces uno solo, en otras ocasiones varios cuentos en un volumen, sin embargo hoy les recomiendo un libro que les permitirá tener y leer todos los relatos de este escritor. Se llama, obviamente, Cuentos completos de Robert Luis Stevenson, y la edición cuenta con unas ilustraciones sensacionales de Alexander Jansson. Está publicado por la Editorial Mondadori, del grupo Penguin Random-House y tiene casi mil páginas. Hay que señalar que existe también la versión electrónica de este libro, más económica, y se puede encontrar en diversas librerías digitales, entre ellas iBooks —para leer en iPods, iPhones, iPads y computadoras Mac—, y en Google Play, para leer en computadoras con Windows, Chromebooks, tablets y teléfonos con sistema Android.

Este libro de los Cuentos completos contiene los siguientes relatos:
* El club de los suicidas
* El diamante del Rajá
* El pabellón de las dunas
* Un sitio donde pasar la noche
* La puerta del señor de Malétroit
* La providencia y la guitarra
* Los juerguistas
* Will el del molino
* Markheim
* Janet la contrahecha
* Olalla
* El tesoro de Franchard
* La playa de Falesá
* El diablo de la botella
* La isla de las voces
* Una vieja canción
* Historia de una mentira
* El ladrón de cadáveres
* Las desventuras de John Nicholson, y
* El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (que yo consideraría más bien una novela corta).

Estamos hablando de 20 cuentos estupendos de muy diversas extensiones, toda la narrativa breve de Stevenson en un solo volumen, que de verdad me parece fundamental para cualquier lector, y en particular para los lectores jóvenes.

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Cuentos completos (edición ilustrada por Alexander Jansson). Robert Louis Stevenson. Traducción de Miguel Temprano García. Editorial Mondadori. 2011. 960 págs.




martes, 17 de febrero de 2015

Dos cuentos de Robert Louis Stevenson: «Markheim» y «Los ladrones de cadáveres»







[Literatura Juvenil]

Dos cuentos de Robert Louis Stevenson:
«Markheim» y «Los ladrones de cadáveres»

Jesús Guerra

En una de las entradas recientes de este blog les recomendé la novela de aventuras La isla del tesoro, del escritor escocés Robert Louis Stevenson (pueden leer el comentario aquí). Este estupendo narrador nació en 1850, justo a la mitad del siglo XIX, y murió en 1894, apenas a los 44 años de edad, lo cual no le impidió dejarle al mundo una obra literaria maravillosa que sigue ejerciendo una enorme influencia; y sin duda alguna es uno de los escritores fundamentales de la literatura en inglés. Su novela La isla del tesoro está considerada como la esencia de la novela de aventuras, pero Stevenson no sólo escribió historias de aventuras, escribió también poemas, ensayos, narraciones de viajes y, sobre todo, muchos relatos de misterio y de terror. Precisamente de este tipo de relatos hoy les recomiendo dos, importantes, interesantísimos y deliciosos...

El primero es «Markheim», que es el apellido del protagonista; se trata de un cuento corto que se publicó primero en revista, en 1885, y finalmente en uno de los libros de relatos de Stevenson, en 1887. Markheim es un hombre de 36 años que llega a una tienda de antigüedades en una navidad con el pretexto de comprar un regalo. El anticuario desconfía de él pero le muestra varias cosas, entre ellas un espejo (lo que desencadena un diálogo muy sugestivo entre los dos). Cuando el anticuario le da la espalda para tomar otro objeto para mostrárselo a su extraño cliente, Markheim saca un cuchillo y lo mata. El asesino camina por la tienda, que está casi a oscuras, mirando objetos y pensando no sólo en lo que acaba de hacer sino en su vida en general, y comienza a angustiarse, porque escucha ruidos y piensa que hay alguien más en la tienda. Pero el asesino sabe que eso no es posible porque él estuvo vigilando y no entró a la tienda sino hasta que vio que la muchacha de servicio del anticuario salió de ahí, arreglada para su tarde libre. Luego busca las llaves de las oficinas entre las ropas del cadáver y sube a los cuartos del segundo piso. Estando ahí, vuelven sus nervios cuando escucha con claridad unos pasos, y luego ve entrar a un hombre que le dice «¿Me llamaba?»

Portada de un audiolibro
Ni el asesino ni los lectores sabemos quién es, sólo podemos suponerlo. El hombre le dice que si quiere, él le puede ayudar a encontrar el lugar en donde está el dinero. Así, ambos personajes entablan un diálogo sobre el tema del bien y el mal, en el que el desconocido intenta convencer al asesino de que debe enfrentar que es un hombre malvado, y éste se defiendo diciendo que son las circunstancias las que lo han llevado a cometer los crímenes que lleva a cuestas. ¿Quién es el desconocido? ¿Es la conciencia del asesino, o es, como el mismo Markheim supone, el diablo? Este relato no es sólo interesante sino que, como algunos otros de este autor, nos hace partícipes de una reflexión acerca de la naturaleza del mal y de la culpa.


El segundo cuento que les quiero recomendar se llama «Los ladrones de cadáveres» —en español, hay que señalarlo, ha sido traducido tanto en singular («El ladrón de cadáveres») como en plural, aunque en inglés el título es en singular—; este cuento fue publicado por primera vez en diciembre de 1884 en una revista llamada Pall Mall Gazette.

El cuento comienza con una de las frecuentes reuniones de un grupo de amigos en una posada de un pueblo inglés; podía haber más o menos amigos en las reuniones pero siempre estaban presentes el dueño de las pompas fúnebres del lugar, un señor llamado Fettes y el narrador de la historia. En esta ocasión, mientras beben, llega a la posada un médico de Londres que va en camino a atender a un paciente. Cuando Fettes escucha el nombre del médico (Wolfe Macfarlane) se indigna y va a enfrentar al doctor que ya está por salir del lugar. Por las palabras que cruzan les queda claro a sus compañeros de mesa que Fettes y el médico se conocían y que sus relaciones no quedaron nada bien, pero cuando el doctor se va, Fettes se despide de sus amigos sin darles ninguna explicación y se marcha a su casa. Los otros hombres se quedan tan intrigados que se proponen investigar qué pudo haber sucedido antes.
 
Portada de una edición
electrónica
Quien logra enterarse de lo sucedido es el narrador del relato, así que nos lo cuenta. Cuando Fettes era joven estudió medicina en Edimburgo, y tanto él como Macfarlane eran los asistentes de un conocido médico a quien sólo llama K. Este doctor daba clases y en la escuela de medicina se requerían cadáveres para realizar disecciones. A las órdenes de K, sus dos asistentes negociaban con un nuevo tipo de criminal: los ladrones de cadáveres, quienes se encargaban de robarlos de los cementerios. Pronto Fettes comenzó a sospechar que no todos los cadáveres que le entregaban para los estudios de anatomía habían sido robados.

La historia narrada en este cuento es fascinante, y más si sabemos que está basado, lejanamente, en un caso real. Resulta que a prinicipios del siglo XIX comenzaron a efectuarse cada vez menos ejecuciones en Escocia, en momentos en que los cadáveres de los criminales ajusticiados eran los únicos legalmente entregados a los médicos para sus clases de anatomía, y cuando las ciencias médicas comenzaban a lograr avances y requerían más cadáveres, tanto para los estudiantes como para los investigadores, así que pronto algunos médicos, como el famoso Robert Knox empezaron a pagar a ladrones de tumbas para recibir cadáveres frescos. Esto, claro está, era ilegal, pero la situación era peor y quedó al descubierto cuando se descubrió a un par de vendedores de cuerpos que en realidad asesinaban a personas para vender sus cadáveres.

En el caso del cuento de Stevenson, la atmósfera del relato es tan importante como los hechos y, sobre todo, cuidado con el final, que contiene elementos sobrenaturales, muy bien manejados por parte del autor, de tal suerte que logra que se nos pongan los cabellos de punta al leerlo.

Estos dos relatos son muy famosos y se pueden encontrar en muchos libros diferentes, así que búsquenlos y léanlos, pues les aseguro que los van a disfrutar mucho. Uno de esos libros es El diablo de la botella y otros cuentos, el cual, además de los dos relatos comentados contiene también el que le da el nombre al volumen, «El diablo de la botella», «Olalla» y «La playa de Falesá».

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El diablo de la botella y otros cuentos. Robert Louis Stevenson. Traducción de José Luis López Muñoz. Alianza Editorial. Colección Literatura. 234 págs.